lunes, 13 de junio de 2011

Clementine

Cuando nos empeñamos en olvidar algo, comienza la obsesión y cobran fuerza inusitada los recuerdos. Quizá sea mejor dejar fluír la conciencia...o el subconsciente...porque planear el olvido implica aferrarte al recuerdo irremediablemente.

    Así le sucede a Joel en Olvídate de mí. Jim Carrey abandona su máscara hiperbólica, su flequillo histriónico, para convertirse en un personaje dramático envuelto en una sutileza fantástica. Por no hablar de Kate Winslet, que podía haberse ahorrado su crucero en el Titanic pata embarcarse tan sólo en esta historia de magia cotidiana.

    Cuando Joel descubre que Clementine ha hecho borrar los recuerdos de su amor, decide hacer lo mismo. Será entonces cuando caiga en la cuenta de la dimensión de su pasión, de todos los momentos que podía haber aprovechado y no lo hizo, de las miradas que negó a Clementine....

 Porque Clementine es un alma excepcional. Que decide entregarse al olvido porque la pasión se ha ido diluyendo y no lo soporta. Poque podría continuar con esa relación anodina pero es tan pesada la carga...

    Muchas veces dejamos que sea el ritmo de los acontecimientos quien decida por nosotros. Necesitamos una excusa, una justificación para enfrentarnos a nosotros mismos. La falta de latido, la mirada cansada casi yerta, la aspereza al respirar...deberían ser suficientes.
  
    No deseo tocar el cielo con las manos. Sólo quiero acunar la sensación de hacerlo, pero cuanto más lejano observo el cielo, más serena me encuentro. El día que ese azul opaca mis sentidos, no espero más. Ese día trunco mi trayectoria.


Yo lo noto: cómo me voy volviendo
menos cierto, confuso,
disolviéndome en el aire
cotidiano, burdo
jirón de mí, deshilachado
y roto por los puños
Yo comprendo: he vivido
un año más, y eso es muy duro.
¡Mover el corazón todos los días
casi cien veces por minuto!

Para vivir un año es necesario
morirse muchas veces mucho.

Cumpleaños, Ángel González. 

      

2 comentarios:

  1. Si tuvieras que llamarte de otra manera sería Clementina, sin duda!. La niña de los cabellos de colores, del mundo de colorines.

    Mas que borrar mis recuerdos, preferiría borrar los ajenos. Que pudiera seleccionarlos y darle al botón [eliminar] o arrastrarlo a la papelera con el ratón.

    Mis recuerdos mas increíbles empezaron cuando conocí a mi Clementina. Nunca querré borrarlos porque sin ellos no entendería ni un segundo que hago aquí.

    Mi media Clementina
    (Mi media naranja).

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