viernes, 16 de noviembre de 2012

"El de los domingos"

    Cuando era pequeña tenía un abrigo para los domingos. Y ser "el de los domingos" le convertía en una prenda de vestir bastante interesante. Yo lo observaba en el armario colgadito, impecable...y sabía que al final de la semana lo luciría ilusionada.

    Ahora tenemos trescientos abrigos. Uno verde para que me vaya con los pantalones tales, otro azul para los cuales y uno negro para que me vaya con todo. Ah, y uno rojo por si acaso....que nunca se sabe. Y se apilan al fondo del armario, y apenas los vemos...incluso olvidamos que los tenemos así que...compramos otro!! total, trescientos o trescientos uno, da igual.

    Lo mejor de todo es que enfundados en el abrigo azul o verde nos permitimos el lujo de hablar horrorizados sobre la crisis. "Madre mía la que tenemos encima, no sé cómo vamos a salir de ésta". Y al día siguiente, con el abrigo rojo porque nos sentimos animados, a vueltas con las dificultades económicas nacionales de nuevo.

    No sé si entendemos un ápice de lo que está pasando o estamos más empeñados en convertirnos en expertos en política internacional. Venga crítica hacia la izquierda, venga crítica hacia la derecha y nos olvidamos del centro, de nuestro ombligo.

    ¿Me estoy volviendo loca o nos hemos acostumbrado a calzar más zapatos de los necesarios? Y el problema es que, con el exceso, disminuyen los valores. Con tanto a nuestro alrededor, se nos ha desvanecido la ilusión. Hemos convertido en indispensable lo que no lo es.

    "Mamá, mañana en la excursión al museo, ¿me puedo poner los zapatos de charol?" ¡Cómo brillaban...y yo iba tan orgullosa! Ahora ya ni el charol brilla porque le han opacado los otros quinientos pares que yacen a su lado en el armario.

    Y nos echamos las manos a la cabeza." Este mes no he podido comprarme ni un pantalón"...Vaya drama! Ni los de Shakespeare.

    Reeducarnos es bastante complicado. Así que eduquemos, por favor, a las generaciones venideras. Que no se nos ocurra comprar a nuestros hijos setecientas veintitrés zapatillas deportivas, para las setecientas veintitrés actividades a las que les tenemos apuntados.
    La Play, la Nintendo, la Wiii y la madre que nos parió. Antes le pedías a los Reyes una, porque era una excepción. Ahora los niños piden el último modelo porque ya se han cansado de las otras..".Hombre, papá, que ésta no tiene sensor de movimiento".

    Estamos creando monstruos. Los padres se sacrifican para darles "todo" a sus hijos y no son conscientes de que están fabricando víctimas frustradas. Si el niño no consigue lo que quiere...siente tal insatisfacción que los psicólogos se están hinchando a detectar déficit de atención.¿¿¿¿ ¿De atención???? De interés!!! Lo que hay es un déficit de interés por lo realmente importante.

    Yo quiero recuperar el brillo de los zapatos de charol, y, el brillo de los ojos al contemplar el abrigo de los domingos.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

La pasión

    Sin pasión, la vida transcurre tibia. Los minutos eclosionan y se escurren entre los dedos.

    No hay nada más triste que un vagón de metro a última hora de la tarde. La pasión se ha arrojado desde el andén y yace degollada sobre la frialdad metálica de los raíles. Tras ella, queda la mirada perdida de los viajeros reflejada en los cristales sucios, al son de un sonido mutilante y repetitivo.

    Las escaleras mecánicas de los centros comerciales trituran los latidos de miles de jóvenes que se conducen casi inertes entre una jungla de marcas. Es así como la pasión se disfraza de necesidad casi pulmonar.

    Naves industriales que machacan la pasión y la prensan en forma de éxtasis artificial, al acorde de ritmos cardiacos casi imposibles. Las pupilas se dilatan sin transfondo sensitivo como una película que avanza sin banda sonora.

    Con pasión, la vida se detiene a contemplar la comparsa de sensaciones y se entrega a los corazones apasionados.

    No hay nada más bello que un hogar pleno de recuerdos y epílogos aún sin escribir. La pasión golpea las paredes y hace retumbar un eco glorioso. Envuelve a la familia en una burbuja invencible y convierte su día a día en episodio histórico.

    Una mirada entregada a las palabras. Pasión que devuelve pasión. Cuando el discurso arrastra emoción, provoca brillo, estruendo. Estalla una batalla grandiosa de miradas encendidas que se retroalimentan.

    Pasión en la sonrisa, en el silencio cómplice. La pasión humilde del que vive cada día sin lemas ni estigmas. Pasión del que no planea, del que fluye, del que flota sin arneses.


Gracias a mis alumnos, que hoy me devolvieron la mirada y me vi reflejada en sus pupilas.



   

martes, 13 de noviembre de 2012

No te hacía falta................

Casi un año sin escribir.....y hay alguien que me ha impulsado a volver. Sin pedírmelo.

Mirar sus ojos agotados y tristes aunque inmensos. Escuchar esa voz con el mismo tono pero distinta melodía. Recoger su risa quebrada aunque plena de futuro.

Sentirme minúscula ante él. Perder el hilo, conducirme a trompicones. Desear transmitirle mi cariño con impotencia. Oír mi voz y percibir cómo se pierde ante la grandeza de su cuerpo disminuído.

Y sin embargo, verle a él. Como yo siempre he creído que era, aunque pocas veces hemos profundizado. Pero nos conocemos. Y le he visto tal como es. Con rabia, y la rabia es símbolo de lucha.

Es una de las pocas almas libres que he tenido la suerte de conocer. Supongo que incomprendido. Y aunque se me escapan muchas historias, no me hacen falta para saber que para personas como él se creó el mundo inmenso ( como sus propios ojos ). 

Es irónico cómo la vida detiene a quien disfruta el movimiento. Y él no sólo es vertiginoso sino que sus pasos aceleran las ilusiones. Es paradójico que un lecho de absurda estructura, sea ahora la prisión de sus impulsos. Lo más contradictorio.....que la paciencia se haya convertido en su  única daga para rasgar el tiempo insufrible.



Por eso, porque el camino es limitado aunque hermoso. Y porque sin tus huellas, el mundo quedará inhóspito. Porque deseo que las espinas que te sesgan el cuerpo y el aliento, se desvanezcan en la bruma.
Porque yo ya te admiraba antes...porque te he comprendido siempre. Y nunca te lo he dicho.
Por todo eso, he vuelto a escribir.