domingo, 10 de julio de 2011

El mito de las lentejas

    En nuestro suelo cultural se encuentran la mitología griega, la germánica, la escandinava, la hindú...y, sobre todas ellas, la mitología materna.

    ¿Que cuál es la mitología materna? Muy fácil. Son todas esas frases con las que hemos crecido, esas frases que nuestras madres nos han ofrecido como universales. Nada más lejos de la realidad.

    "Lentejas, comida de viejas, si quieres las comes y si no, las dejas" Mentira!!!! Mentira!!!! Te las tenías que comer: el mito de las lentejas ya no cuela.
     ¿Y el de la sopa ?: "Cómete la sopa, hija, que no quema". Todavía siento el dolor en el velo del paladar, creo que incluso me llegaron a desaparecer algunas papilas gustativas.   
    Creí en el mito de los lácteos sin dudarlo. No llego al metro sesenta y yo venga a beber vasos de leche. Quizá es que a lo que se refería mi madre es que tenía que haber bebido unos diez litros diarios. No sé.

    "Como te portes mal este año, los Reyes Magos te van a traer carbón" Y tú soñando con un enorme trozo de piedra negra cada vez que se te ocurría hacer alguna trastada.

    "Un día, como me hartéis, hago las maletas y no me volvéis a ver el pelo" Pero...¿qué maletas ni maletas? Yo cada vez que volvía del colegio allí estaba mi madre echándome la bronca por no colgar unos pantalones.

    Porque, esa es otra, ¿dónde se compran ese libro de frases las madres?: "Pero, qué os habéis creído, ¿que esto es un hotel?".  Pues ya me hubiese gustado a mí, ya, pero uno de los de "todo incluído", con pulserita. Aunque no me imagino yo a mi madre preparando un desayuno tipo buffet, con un flexible margen de horario y una oferta extensa de actividades.

     Entonces llegó la frase maestra, que duraba todo el verano: "Tienes que esperar dos horas para hacer la digestión antes de volver a bañarte" Y uno se derretía y se desesperaba preguntando si ya habían transcurrido esas dos interminables horas. Veías al fondo el agua de la piscina o del mar...y  no te atrevías ni a meter un pie por si acaso te daba un corte de digestión mortal.

    Y no quiero terminar sin mencionar a una figura mitológica fundamental: el hombre del saco. ¿Quién es el hombre del saco? ¿Qué quería? Y lo más importante, ¿qué llevaba en el saco?. Quizá llevaba lentejas, yogures y sopa ardiendo. El caso es que tu madre te amenazaba: "Vete a dormir ya, que si no, vendrá el hombre del saco". Y yo, dirigía mis pasos titubeantes por el pasillo pensando que allí, al doblar la esquina para entrar en mi habitación podría esconderse el maldito hombre ese.

   Con el tiempo, lo que eran verdades incuestionables, descubres que son pura mitogía. Pero...¿no son básicos los mitos?. Están tan incrustados en nuestra cultura que se transmiten de generación en generación. Y ahora mismo me gustan tanto las lentejas que no me importa en absoluto que mi madre tratase de engañarme haciéndome creer que había otra opción.
   

 

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