miércoles, 11 de enero de 2012

Información que nunca solicité

    A veces recibo tanta información innecesaria a lo largo del día, que me sale humo por las orejas. Cuando me empiezan a contar algo que no me interesa en absoluto, me dan ganas de gritar: ¡¡¡¡Noooooooooooooooo!!! ¡¡¡Por favor, no, paraaaaaa!!! Como me tomarían por una desequilibrada o una maleducada en el mejor de los casos, me he creado una especie de burbuja protectora. Asiento levemente con la cabeza, susurro una especie de murmullo interesado y listo. Creo que tengo que mejorar el control sobre mi mirada perdida o, de lo contrario, acabarán dándose cuenta de que no estoy escuchando en absoluto.

    Porque, vamos a ver...¿qué necesidad tengo yo de saber que la hija de no sé quién se ha liado con el novio de fulanita y ha dejado a su marido, que tampoco sé quién es? Una vez anunciada la noticia no solicitada, comienza una verborrea incontenible que casi me hace resoplar. Pero sigo con mi murmullo casi imperceptible, mirando hacia el vacío. Por favor, que no siga, que no sigaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!

     A veces, es mucho peor. De repente a alguien se le ocurre contarme que su marido lleva estreñido más de una semana y que como siga así le van a tener que poner un enema. ¿De verdad yo tenía la necesidad de contar con este dato un lunes cualquiera? ¿Por qué, por qué?????? ¿Por qué tengo yo que cruzarme con este señor y pensar que sus intestinos están absolutamente obstruídos?

    En ocasiones, puedo zafarme con rapidez sibilina. Si veo a alguien que se acerca y comienza a bajar el tono de voz, zas!!, ya sé que sobreviene historieta que no necesito.  Entonces me anticipo y digo cualquier estupidez relacionada con el tiempo o la crisis, que es muy recurrente. Puffff, consigo librarme por poco.

    Pero son demasiados ya los días que me voy a la cama con la sensación de tener "over booking" en mi cerebro. ¿Quién me mandaría a mí saludar sonriente a la cajera del super? Ya me he tragado toda la información sobre el parto, el peso y los rasgos faciales del hijo de otra cajera, que, evidentemente está de baja. Sí, sí...fundamental para mi vida saber que las contracciones empezaron en casa pero que rompió aguas mientras paseaba al perro....Pero, ¿qué he hecho yo para merecer esto? . "No sonrías, Natalia, no sonrías", me digo a mí misma, pero ahí estoy yo con esa cara que parece un luminoso intermitente que anuncia: Cuénteme usted su vida o la del vecino.

   Me encantaría tener una especie de papelera de reciclaje donde ubicar toda esta información innecesaria. Sería fantástico: los cuernos de no sé quién, los kilos que ha perdido no sé quién más, la edad a la que perdió la virginidad la vecina de fulanita, los gases que expulsa el hijo de menganita por las mañanas ( y juro que esta información, para mi desgracia, sí me la han proporcionado )....Todo a la papelera de reciclaje, y de ahí al olvido más absoluto.

  Mientras tanto, me conformaré con mis pequeñas estrategias, mejorando, eso sí, lo de la mirada perdida en el vacío.



No hay comentarios:

Publicar un comentario